Caso Nestlé: la importancia del Código Ético y el Canal de Denuncias

El caso Nestlé, junto con la puesta en marcha de la A.I.P.I., confirma que el Compliance ha evolucionado. Ha pasado de ser un ejercicio de cumplimiento legal a convertirse en un pilar estratégico para la gestión de riesgos y la construcción de una cultura ética sólida. 

La noticia del inminente despido del CEO de Nestlé España por mantener (y ocultar) una relación sentimental con una subordinada ha dado mucho que hablar en este inicio de curso. Pero ésta, lejos de ser una noticia económica o con tono incluso de chismorreo, implica un paso importante en la cultura corporativa

No fue un balance de resultados negativo ni una estrategia de mercado fallida. El detonante que provocó la destitución del CEO de Nestlé España fue mucho más silencioso, pero infinitamente más revelador: una alerta en su Sistema Interno de Información.

Lo que se activó no fue un comité de crisis, sino el protocolo de integridad de la compañía. Una denuncia, canalizada a través de esta herramienta, alertó sobre una relación sentimental entre el máximo directivo y una empleada. Tras una rigurosa investigación interna, la conclusión fue implacable: aunque consentida, la relación representaba un flagrante incumplimiento de su código ético, dinamitando la objetividad e imparcialidad exigibles al cargo. La consecuencia fue tan drástica como ejemplar: su cese inmediato

El origen de esta decisión de alto impacto se encuentra en un mecanismo que muchas empresas aún consideran una mera obligación formal: el Sistema Interno de Información. 

Fue a través de una denuncia recibida a través de este canal lo que alertó sobre una relación sentimental entre el máximo directivo y una empleada. Tras una investigación interna, la compañía concluyó que, si bien la relación era consentida, representaba un incumplimiento de su código ético, comprometiendo la objetividad y la imparcialidad exigibles a su principal ejecutivo. La consecuencia fue una acción contundente: su destitución.

Este episodio lejos de ser una anécdota, es la evidencia más clara de que el tablero de juego del compliance ha cambiado para siempre, para convertirse en una lección magistral sobre la importancia  de mantener actualizado el compliance actual. Demuestra, sin lugar a dudas, que el canal de denuncias y tener un  código ético profesional han dejado de ser acciones pasivas para transformarse en herramientas activas con consecuencias directas en la cúspide del poder empresarial. ¿Qué ha cambiado para que esto ocurra y cómo se refuerza este nuevo escenario?

El Canal de Denuncias: Más que una obligación, un mecanismo estratégico

El caso Nestlé es la prueba irrefutable de que un canal de denuncias no es un buzón de sugerencias y no es opcional: Desde el 20 de febrero, con la publicación de la Ley 2/2023, muchas organizaciones deben contar con él, especialmente empresas con más de 50 trabajadores.

Asimismo, es vital, además de tenerlo activo, mantener la garantía de que su confidencialidad está asegurada. Esto ayuda a que funcione como el sistema nervioso central de la ética corporativa. 

Cuando funciona correctamente, se convierte en el guardián que permite a la propia organización protegerse desde dentro. Su efectividad no reside solo en su existencia, sino en la confianza que genera para que un empleado se atreva a utilizarlo, y en la capacidad de la empresa para actuar con diligencia y sin favoritismos, sin importar a quién señale la denuncia.

Un sistema de información bien gestionado no solo cumple la ley, sino que aporta beneficios estratégicos incalculables:

  • Anticipación de Riesgos Críticos: Permite identificar y neutralizar conflictos de interés, fraudes o conductas indebidas antes de que se conviertan en crisis legales o reputacionales devastadoras.
  • Blindaje de la Reputación Corporativa: Actuar con firmeza ante un incumplimiento interno demuestra un compromiso real con la integridad, fortaleciendo la imagen de la empresa ante inversores, clientes y la sociedad.
  • Consolidación de una Cultura de Integridad (‘Speak-up Culture’): Envía un mensaje poderoso a toda la plantilla: las reglas son para todos, la ética no es negociable y la organización escucha y protege a quienes dan un paso al frente.

El Código Ético: La brújula que guía las decisiones difíciles

Si el canal de denuncias es el vehículo, el código ético es el mapa que define el rumbo. La decisión de Nestlé no se basó en juicios morales sobre una relación personal, sino en una evaluación objetiva contra los principios de su propio código: imparcialidad, prevención de conflictos de interés y mantenimiento de un entorno profesional equitativo.

Esto subraya un punto fundamental: un código ético no puede ser un documento genérico lleno de buenas intenciones. Debe ser un marco de referencia claro, específico y aplicable, que guíe tanto el comportamiento diario como las decisiones más complejas y difíciles, incluyendo las que afectan a la alta dirección. Es la columna vertebral que sostiene toda la estructura de compliance.

Y ahora, la Autoridad Independiente de Protección del Informante (A.I.P.I.): El Compliance se amplía

Para completar este nuevo panorama, el escenario regulatorio ha dado un paso de gigante. En este contexto, es crucial recordar que, con fecha 1 de septiembre, la Autoridad Independiente de Protección del Informante (A.I.P.I.) ha entrado en funcionamiento, según dispone la Orden PJC/908/2025, de 8 de agosto (BOE del 12 de agosto).

La A.I.P.I. no es un actor secundario; es la pieza que cierra el círculo. Actúa como una red de seguridad y un garante externo. Si un canal interno no funciona, si la empresa ignora una denuncia o toma represalias contra el informante, este ahora tiene una autoridad pública, independiente y con poder sancionador a la que acudir. Esto eleva la presión sobre las organizaciones: ya no basta con tener un sistema; este debe ser creíble, eficaz e imparcial, porque si la empresa no actúa correctamente, un organismo externo lo hará.

Un nuevo paradigma: Del Compliance pasivo al activo

El caso Nestlé, junto con la puesta en marcha de la A.I.P.I., confirma que el Compliance ha evolucionado. Ha pasado de ser un ejercicio de cumplimiento legal a convertirse en un pilar estratégico para la gestión de riesgos y la construcción de una cultura ética sólida. 

Por suerte, hay formas de mantener un sistema de Compliance actualizado siguiendo pasos sencillos. Se pueden realizar incluso análisis GAP (algo así como un chequeo de la salud legal de tu compañía) y estudios del Compliance corporativo para mantener los delitos en los que una empresa puede incurrir, incluso por desconocimiento, alejados. Incluso en periodos de menor actividad como las vacaciones se puede realizar un mantenimiento mínimo, ya que el cumplimiento normativo no entiende de festivos. 

El mensaje para directivos y consejos de administración es inequívoco: la integridad corporativa ya no es opcional y las herramientas para garantizarla tienen un poder real. Conocer los espacios empresariales donde se debe mantener una transparencia laboral y ética es vital. 

En este escenario complejo y exigente, asegurar que los sistemas internos no solo cumplan con la ley, sino que sean herramientas proactivas que protejan a la organización, es fundamental. Contar con un asesoramiento especializado, añadir un canal de denuncias si aún no cuentas con él, así como formaciones en Compliance actualizadas, se convierte en la clave para navegar con éxito en este nuevo panorama, transformando las obligaciones de compliance en una verdadera ventaja competitiva y reputacional.

Y, si aún te queda alguna duda, solo tienes que consultarnos sobre ello.

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