Conectarse a Internet desde cualquier lugar es cada vez una práctica más habitual. Rara es la cafetería que no tiene una conexión wifi a disposición de sus clientes, o el hotel que no ofrece la posibilidad de acceder a la red desde sus habitaciones. Desde el móvil, el ordenador o la tablet: el acceso a Internet desde las redes públicas es una realidad.
Sin embargo, y a pesar de su indudable practicidad, las redes públicas también tienen sus riesgos. ¿Qué pasaría si la ingente cantidad de datos que compartimos mientras navegamos llegaran a manos equivocadas? Hablamos de información sobre nuestros gustos como consumidores, pero también de datos personales como dirección, DNI o cuenta bancaria. El Derecho de las Nuevas Tecnologías, disciplina que se ocupa del desarrollo y estudio de las medidas jurídicas de protección de datos en Internet, se esfuerza por encontrar soluciones eficaces a esa aparente desprotección. No obstante, se trata de una disciplina todavía joven. A pesar de sus éxitos – entre los que destacan la aprobación legislativa de la LOPD y la LSSICE -, la precaución del usuario sigue siendo una pieza fundamental para la seguridad de los datos.
Casos reales
En 2014, el hacker holandés Wouter Slotboom, de 34 años, quiso demostrar ante un par de periodistas de De Correspondent lo fácil que podía ser robar datos a través de la red abierta de una cafetería. Los periodistas acompañaron a Slotboom hasta el centro de Ámsterdam, donde este eligió al azar un local. Desde allí, el Slotboom creó una red wifi falsa y le puso el mismo nombre que la de la cafetería. En cuanto los clientes empezaron a conectarse a la red, confundiéndola con la del establecimiento, Slotboom pudo tener acceso a sus datos. El equipo necesario para realizar la operación de fraude apenas alcanzaba los 70 euros. De haber querido, ese día Wouter Slotboom hubiera podido saquear varios miles de euros de las cuentas de aquellos quienes cayeron en su trampa.
Este es tan solo un ejemplo de los riesgos que corremos al utilizar una red pública. Eso no significa, por supuesto, que deban dejar de utilizarse. En función de las necesidades del usuario, se pueden adoptar unas medidas de protección u otras. En estos casos, es recomendable recurrir a una consultoría de protección de datos para dar con la solución que se adapta mejor a nuestro perfil.
Algunos consejos básicos
La primera máxima a tener en cuenta a la hora de conectarse a una wifi pública es válida tanto para los usuarios más avanzados como para los principiantes: en la medida de lo posible, deben evitarse las operaciones financieras que supongan emplear claves secretas, contraseñas o números de cuenta.
Para aquellos usuarios con un perfil más avanzado, la instalación de un servicio de VPN (Virtual Private Network) asegurará que los datos que se manejen durante la conexión sean realmente privados. El VPN permite la navegación cifrada.
En cuanto a las redes sociales, la mayoría de ellas han adaptado sus medidas de seguridad para evitar pirateos. Pero eso no significa que los datos que compartimos en ellas sean privados al cien por cien. Por eso debe primar, ante todo, la precaución.