El Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial se utiliza desde 1883 para regular la prioridad a la hora de asignar patentes, modelos de utilidad, marcas, modelos industriales y dibujos a nivel internacional. Gracias a su aplicación, contarás con un plazo de un año para presentar las solicitudes en los países donde desees registrar los derechos sobre tus invenciones.
Se trata de una norma que, aunque en su inicio solo afectaba a 10 países, hoy en día se aplica de forma directa en 177, así como de manera parcial a todos los miembros de la WTO (Organización Mundial del Comercio). En el artículo 12 del Acuerdo de Marrakech, se regula el derecho de prioridad remitiendo al número cuatro del Convenio de París.
Claves técnicas del Convenio de París
Como puedes intuir, pese a tratarse de uno de los primeros acuerdos históricos en cuanto a la protección de la propiedad industrial, su aplicación y fundamentos siguen muy vigentes. Algunos de los conceptos que debes conocer si quieres ejercer los derechos sobre tus patentes en el extranjero son:
1. El derecho de prioridad
Cuando registras una patente, modelo industrial, etc., es muy difícil que lo puedas hacer en todos los países a la vez de forma coordinada. Una de las figuras más importantes del Convenio de París y que regula esta situación es precisamente la del derecho de prioridad. Es decir, el derecho a la espera que generas al registrar tu propiedad industrial en un país.
Según este acuerdo, tendrás 12 meses para solicitar el registro de modelos de utilidad y patentes y 6 para dibujos, marcas y modelos industriales. En este plazo, cualquier cosa que pase entre la primera solicitud y la presentación de las siguientes no tendrá efecto sobre las mismas.
Algunos de los riesgos de los que este convenio te previene son:
– La presentación de una solicitud de registro por parte de terceros. Con esto evita que alguien se adueñe de tu trabajo.
– La divulgación y explotación de tus invenciones. En este caso, en lugar de la apropiación por parte de un tercero, te previene de la pérdida del derecho de cobrar por el uso y explotación de tus invenciones.
2. El trato nacional
Con esto se pretende evitar que, por ser extranjero, tu propiedad intelectual no se defienda de la misma manera que la de alguien nacido o con residencia en el país de registro. Por este motivo, siempre y cuando respetes los plazos del convenio, la fecha de tu solicitud en el extranjero tendrá la misma validez que la de la primera.
3. Las normas comunes
Además de estos dos grandes conceptos, en el convenio y sus posteriores revisiones y enmiendas se ha ido creando un marco regulador que pretende facilitar una aplicación homogénea en todos los estados firmantes. Algunas de las reglas comunes más importantes son:
– Las patentes son independientes las unas de las otras. Esto quiere decir que si la tuya ha caducado en un estado, seguirá vigente en el resto, o que los países no están obligados a aceptarla, independientemente de que te la hayan concedido en otra parte.
– El inventor tiene derecho a ser reconocido.
– Las marcas se regularán según la ley nacional de cada país pero, de cara a registrarlas, existe una clasificación colectiva. En el momento de presentar tu solicitud, encontrarás los mismos 34 grupos de productos y 11 de servicios estandarizados.
– Los estados firmantes deben ofrecer protección legal efectiva contra la competencia desleal.
Como puedes ver, pese a su antigüedad, el Convenio de París para la Protección de la Propiedad Industrial sigue muy vigente. Gracias a él, podrás proteger tus innovaciones fuera de nuestras fronteras. Esto te permitirá aplicar tus ventajas competitivas también internacionalmente.