La aparición de los smartphones supuso el nacimiento de las aplicaciones para móviles. Estas fueron muy bien acogidas, ya que llegaban para facilitar la vida de la gente: apps de mensajería, mapas, búsqueda de tiendas… En la actualidad, más de la mitad del tiempo que gasta una persona en sus dispositivos móviles se corresponde al uso de una o varias apps. Sin embargo, el universo de las aplicaciones móviles cuenta con una cara oculta bastante menos amable, que tiene que ver con la privacidad y los permisos para las apps que la pueden poner en riesgo.
La Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal (LOPD), junto con la Ley de Servicios de la Sociedad de Información y de Comercio Electrónico (LSSICE), solo permite obtener a las apps aquella información que sea necesaria e imprescindible para prestar su servicio. El problema radica precisamente en que multitud de apps incumplen estas leyes, pidiendo más permisos de los que necesitan. Y esto supone un riesgo evidente para la privacidad de los usuarios.
Los permisos más polémicos de las apps
El verdadero problema de aceptar los permisos de las apps, es, valga la redundancia, no ser consciente de lo que se está permitiendo. Según un informe del KasperSky Lab, solo la mitad de los españoles revisa habitualmente estos permisos, siendo solamente un cuarto del total los que rechazan finalmente su instalación, tras haber leído las condiciones y considerado que sus datos pueden quedar seriamente comprometidos.
De los permisos que las apps suelen requerir, estos son los que más pueden vulnerar la privacidad de los usuarios:
– Acceso a contactos: Permite a la aplicación entrar y modificar la lista de contactos, muy apreciada por las empresas que se dedican al spam, y también por los estafadores.
– Acceso a mensajes de texto: Permite a la app leer y mandar mensajes, pudiendo llegar a suscribir al usuario a servicios de pago que no desea.
– Acceso a cámara: La app podrá tomar fotos o grabar vídeos.
– Acceso al micrófono: Con ello, el usuario queda expuesto a que sus conversaciones sean grabadas y espiadas.
– Acceso a ubicación: Permite conocer a la aplicación la localización del usuario.
– Acceso a la memoria: Acceso a todos los datos del usuario (a la copia y destrucción de los mismos, y a almacenar otros nuevos).
Cómo proteger los datos personales ante los riesgos de las apps
Las apps de cámara, por ejemplo, lógicamente necesitan acceder a la cámara del usuario para cumplir con su función. ¿Pero cómo diferenciar entre aplicaciones seguras y las aplicaciones “maliciosas” que puedan hacer un mal uso de ella?
Cualquier consultoría de protección de datos, experta en el Derecho de las Nuevas Tecnologías, aconsejará seguir las siguientes directrices:
– Descargar siempre desde las tiendas oficiales.
– Identificar al desarrollador, para evitar falsificaciones (a menudo, falsas marcas se «disfrazan» de las más conocidas).
– Comprobar el número de descargas, también para evitar falsificaciones (un bajo número de descargas no corresponde a una app de renombre).
– Instalación de un antivirus.
Hay que leer siempre los permisos de las apps, prestando especial atención a que la información que estas piden se corresponda con su naturaleza.