La protección de datos es un terreno que cada vez es tomado más en serio en España. El RGPD y la nueva LOPD, de hecho, han constituido hitos que suponen innegables avances en las garantías de protección de la privacidad de la ciudadanía.
Sin embargo, las amenazas para la privacidad de los datos personales no paran de crecer. El Derecho, como en los casos de las normativas citadas, trata de dar respuesta a estos contextos de riesgo creciente. Uno de ellos es el relativo a las apps para buscar pareja.
A continuación se analizan los peligros para los datos personales que puede implicar su uso y se profundiza en las alternativas para prevenirlos.
El auge de las apps para buscar pareja
Las webs para ligar existen desde hace más de una década, pero se puede señalar que ha sido en esta última cuando han comenzado a alcanzar un desarrollo que las ha hecho verdaderamente populares. Tanto que hoy en día se puede decir que uno de cada diez españoles está registrado en alguna de ellas.
De aquellas primeras páginas web se ha pasado a potentes aplicaciones que proporcionan todo tipo de facilidades para realizar los contactos. Las herramientas digitales que se emplean en estas plataformas han sido perfeccionadas, con el incremento de los riesgos que su optimización conlleva para los datos personales.
En las siguientes líneas se plantean algunas recomendaciones para hacer una utilización exenta de riesgos de webs para ligar como Tinder, Meetic o Badoo, que cuentan actualmente con millones de usuarios y se dirigen a distintos perfiles de público objetivo.
La importancia de tomar precauciones a la hora de registrarse
En primer lugar, hay que tener un especial cuidado con la página web desde la que se descarga la aplicación para buscar pareja. En este sentido, existen algunas pistas que ayudan a evitar los fraudes. Es importante sobre todo asegurarse de que no se está entrando en una página que suponga el duplicado de una oficial.
Si se realiza la descarga desde una de ellas, por ejemplo, podría entrar un virus al ordenador y utilizarse fraudulentamente los datos del registro. Entre esas pistas avanzadas, destacan analizar el diseño del site o comprobar si aparecen las letras ‘https’ en la dirección.
Por otro lado, hay que ser cautos a la hora de insertar datos en las opciones de registro. No deben ser introducidos más de los precisos. Por ejemplo, no conviene proporcionar los bancarios. Vale la pena, además, hacer constar, en lugar del nombre completo (por el que la información personal puede ser localizada), un alias.
Aparte, resulta fundamental que esta identidad virtual esté blindada por una contraseña potente, la cual combine caracteres alfanuméricos. No hay que olvidarse de comprobar la política de privacidad de la página web. En cuanto a las opciones de privacidad del perfil de usuario, cabe recordar que no interesa que toda la información de usuario sea visible para todo aquel que tenga acceso a dicho perfil. Sobre todo al principio conviene ser precavido. Solo hay que dejar ver solo lo fundamental y que no sea susceptible de crear inconvenientes.
Más allá de la protección del RGPD: ¿cómo hacer frente a la ingeniería social?
Las nuevas normativas citadas en la introducción han supuesto un indudable aumento de las garantías en materia de privacidad de los datos personales. No obstante, hay un factor personal que es complementario a esta protección. Se trata de las precauciones a mantener ante las técnicas de ingeniería social.
Lógicamente también se ponen en práctica en las webs para buscar citas y pueden derivar, entre otros problemas, en usurpaciones de identidad para robar dinero o datos mediante el phishing. Una de las informaciones que debe ser ocultada es la asociada a la geolocalización. Por otra parte, tampoco se han de dar datos acerca de dónde se va a estar, puesto que podrían advertir a los ladrones.
Se recomienda un cuidado especial con la publicación de fotos. Sobre todo de las comprometedoras (lo mismo puede señalarse sobre datos como algunas aficiones, la orientación sexual o las preferencias políticas), puesto que nunca se sabe qué utilización se les puede acabar dando.
Por último, hay que tener claro que el interlocutor con el que se va a conversar en estas aplicaciones puede estar persiguiendo fines distintos a los esperables en una web de citas. Se trata de una reserva que siempre hay que mantener, dado que no es seguro que se esté contactando con la persona que uno ha visto en las fotos o por la que, en función de los datos facilitados en la plataforma, se está haciendo pasar otra.
Estas precauciones son básicas sobre todo de cara a la concertación de una primera cita. Si se lleva a cabo, uno debe informar a algún conocido sobre sus coordenadas.
En definitiva, la protección de datos se revela como una premisa imprescindible en las webs para ligar.