¿Has oído hablar del compliance o cumplimiento normativo? Es mucho más que una tendencia que se extiende entre las empresas. De hecho, se convierte en una auténtica necesidad cuando hablamos de protección de datos, cuya finalidad es que la organización en su conjunto cumpla con la normativa legal, así como con las normas éticas y de conducta aplicables a su actividad.
¿Qué se entiende por compliance?
Se trata de un conjunto de herramientas de carácter preventivo. Estas medidas buscan que la actividad de una organización y de quienes la conforman se adecúe a las normas legales en materia de protección de datos, igualdad, competitividad, fiscalidad, etc. También a los códigos éticos que son aplicables en el mercado.
Dicho de otra forma, su propósito es que las organizaciones actúen de manera lícita en todos los ámbitos gracias a un conjunto de buenas prácticas propias de la organización y normativas legales, ya sean nacionales o internacionales.
A través de estas medidas, lo que se hace es prevenir, detectar y corregir cualquier desviación que pueda darse en el desarrollo de las operaciones empresariales con respecto a la conducta correcta.
Puede que hayas escuchado hablar de este término con mucha frecuencia en los últimos tiempos. Esto se debe a que se ha convertido en una herramienta fundamental para mantener la transparencia y la integridad de las empresas y, con ellas, su reputación.
Seguridad privada: ¿cómo es útil para proteger a las empresas?
La seguridad privada, que se encarga de prevenir, detectar y dar respuesta a las situaciones de riesgo, tiene un papel destacado en lo que respecta al cumplimiento de la normativa en materia penal, de protección de datos y privacidad de la información.
Las empresas que operan en este sector deben estar inscritas en el Registro Nacional de Seguridad Privada. Ellas se encargan de velar para que la actividad que llevan a cabo las organizaciones, entidades y profesionales que tienen como objeto la protección de las personas, el patrimonio y los bienes se ajuste totalmente a la legalidad.
Por tanto, para este tipo de compañías, contar con sus propias medidas de compliance resulta esencial. Estas pueden incluir:
- Políticas y procedimientos internos de actuación.
- Formación y sensibilización de la plantilla en torno a las obligaciones éticas y legales.
- Controles y auditorías internas para detectar posibles desviaciones y ponerles solución cuanto antes.
- Designación de un responsable del cumplimiento normativo, que se encargará de la supervisión y del control de las medidas.
Esto les permite ofrecer un servicio más efectivo a sus clientes, además de aumentar la confianza de estos en su socio estratégico en materia de protección de datos y seguridad de la información.
Cuando las empresas confían en entidades de seguridad privada que han puesto en valor las medidas de cumplimiento normativo, mejoran automáticamente su adaptación a la legislación y a los códigos éticos de actuación. Esto es algo que beneficia directamente a los consumidores, cuya información está ahora mejor protegida.
El compliance y la seguridad privada se dan la mano y, juntos, contribuyen a que la actuación de las empresas sea todo lo legítima que debe ser en diferentes ámbitos. En el caso concreto de la protección de datos, esta conjunción consigue que la información sea tratada, almacenada y protegida de la mejor manera posible para reducir el riesgo de que se produzcan brechas de seguridad.