Las pulseras ehealth, también conocidas como pulseras inteligentes, se han convertido en uno de los wearables preferidos por los consumidores en los últimos años. La preocupación por llevar una vida más sana y, sobre todo, la posibilidad de medirlo cuantitativamente es una de las funcionalidades más atractivas de estos dispositivos, pero su uso puede provocar problemas de seguridad.
¿Cómo funcionan las pulseras ehealth?
El mercado ofrece muchas y variadas pulseras inteligentes, que miden diferentes valores y que son más o menos complejas. Lo que sí tienen todas en común es que se conectan a tu móvil o a tu ordenador a través de la red Wifi o de Bluetooth. Así, mientras en la pulsera se muestran los datos más básicos e inmediatos, en los otros dispositivos podrás ver información más completa y detallada de tu actividad física, pulsaciones, latidos del corazón, etc.
Prácticamente la totalidad de las pulseras ehealth tienen un acelerómetro, es decir, que son capaces de medir los pasos que das con un margen de error muy pequeño (un 10 % aproximadamente, aunque depende del dispositivo).
Otra de sus principales funcionalidades es la de medir las calorías que consumes. Para ello, has de configurar la aplicación que lleva pareja la pulsera, donde insertarás datos como tu edad, tu altura y tu peso. De esta manera, el algoritmo que tiene el dispositivo es capaz de cruzar esta información con la actividad física que desarrolles y calcular matemáticamente las calorías perdidas.
Problemas de seguridad ¿Qué hacer para la protección de datos?
Como ves, este tipo de dispositivos te piden muchos datos sensibles y otros personales que requieren de una especial protección. Por una parte, en las pulseras insertas tus datos personales, calificados por el Reglamento de Protección de datos (RGPD) como aquellos que permiten distinguir a una personas de otras, ya sea el nombre, el email o los apellidos.
Por otra parte, ingresas también información sensible relativa a tu persona, como el peso, la edad, la altura que, aunque no son considerados como datos personales, su sensibilidad hacen que sean también objeto de protección por parte del RGPD. Una de las maneras más comunes para proteger esta información es mediante la anonimación y la seudonimización de estos datos. Esto quiere decir que el responsable de esta información (que puede ser el mismo fabricante) podrá asociar un código a una persona para impedir que, en caso de un ataque o robo de datos, se pueda identificar a los usuarios.
Este peligro de robo de datos se extrapola también a las redes encargadas de trasladar la información desde la pulsera a otro dispositivo. Normalmente, los piratas informáticos se centran en hackear el GPS, que es la tecnología de geolocalización que lleva cualquier wearable. Tanto si está encendido como si no, los cibercriminales pueden acceder a tu ubicación y rastrear ciertos patrones de conducta para vender esa información en el mercado negro. Esto permite a los anunciantes bombardearte con publicidad no deseada y en base a esos patrones.
Aunque no toda la seguridad está en tus manos, cuando compras uno de estos dispositivos, la Agencia Española de Protección de Datos te da algunos consejos como: desactivar las cookies, verificar si el fabricante cumple con la GDPR o si, en la política de privacidad, la empresa informa al usuario de cuáles son sus derechos, con total transparencia.
En conclusión, la moda de las pulseras ehealth no debe ser incompatible con la protección de tu información más sensible. Estos dispositivos te piden datos personales y relacionados con tu salud para ser programados. No olvides que el fabricante está obligado a cumplir con la normativa, pero tú también puedes tener cuidado sobre qué utilizas y cómo.