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Consultoría protección datos: nuestra privacidad frente al internet de las cosas

Se denomina Internet de las cosas al modo en que los dispositivos modernos, no solo ordenadores y smartphones, sino cámaras, vehículos, monitores de ejercicio, etc., se conectan a la red para compartir información de todo tipo. Las empresas utilizan toda esta información, esencialmente, con fines comerciales, seleccionando el mejor tipo de publicidad para sus potenciales clientes o buscando adecuar los productos o servicios a sus hábitos cotidianos.

Sin embargo, la gran cantidad de información que pueden recopilar permite generar un perfil prácticamente completo de los usuarios. La creciente y descontrolada información que se recopila y la preocupación de algunos sectores de la ciudadanía en todo el mundo, han coincidido con el examen por parte de las autoridades de la Unión Europea sobre el creciente uso del Internet de las cosas.

De esta manera, entra en juego desde hace unos pocos años la LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal), que junto a la LSSICE (Ley de Servicios de la Información y de Comercio Electrónico), busca detallar las medidas de protección que, de hecho, normalmente no se adjuntan al tráfico de información que las empresas recogen.

Además hay que tener en cuenta que la mayor parte de los datos que se manejan son de tipo desconocido, y no se informa a los usuarios sobre su naturaleza y propósito. Algunas voces se alzan reclamando más información, mientras que otras personas simplemente acaban renunciando a utilizar dispositivos conectados. Y es que el flujo de datos es susceptible de ser utilizado de muchas maneras por delicuentes informáticos, además de reconocer que algunas empresas pueden ejercitar por sí mismas un uso abusivo de la información.

Las leyes de Derecho Nuevas Tecnologías, junto con el trabajo de los servicios de Consultoría protección de datos al servicio de la ciudadanía, intentan establecer una serie de medidas, a modo de directrices, que regulen de manera prudente el volumen de datos que se recogen y tratan por los dispositivos.

Sin embargo, estas son medidas que, o bien por depender en buena parte  del conocimiento y habilidad de uso de los usuarios, o por recibir una tibia acogida por parte de las empresas, cuyas soluciones resultan en ocasiones vagas o inexistentes, acaban pareciendo siempre insuficientes. Las leyes sobre la protección de datos siguen evolucionando en los mecanismos de regulación y aún llevará un tiempo estandarizar una legislación para todas las empresas de todo el mundo en lo referente a cuánta información y qué uso se le puede dar.

Por el momento, lo que más interesa es otorgar mayor control a los usuarios sobre cuánta información acerca de sí mismos deciden compartir con cada dispositivo. Muchos servicios e incluso redes sociales realizan preguntas acerca de esto a sus usuarios, recordándoles que en sus manos queda la decisión acerca de lo que quieren compartir.

Sin embargo, esta solución es insuficiente. Muchos usuarios no tienen el tiempo o el interés necesarios para realizar esta criba de sus propios datos, con el resultado de que quedan abrumados por las opciones. El resultado es que, tarde o temprano, existe un descontrol acerca de la información.

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