La muestra de que el Derecho y las nuevas tecnologías están entrelazados y son un mundo cambiante se refleja en el continuo debate acerca de si debe prevalecer la privacidad de los usuarios (LOPD) o, por el contrario, esta debe ser sacrificada para obtener un mayor desarrollo tecnológico.
Favorecer la privacidad
Por una parte la defensa del Derecho ante las nuevas tecnologías esta arraigada en la sociedad y protegida por leyes como LOPD y LSSICE. Las agencias de consultoría y protección de datos recuerdan que la privacidad es un derecho básico que hay que fomentar y proteger, pues tiene una función social importante asociada a la libertad y dignidad de la persona. Por lo que es necesario que se impongan unos límites para proteger estos valores con criterios de transparencia y control. Para ello, es preciso que el Derecho se adapte a una sociedad tecnológica que está en constante evolución.
Desarrollo tecnológico
Los datos constituyen un valor fundamental para las empresas, las cuales no están dispuestas a perder. A esto hay que sumar las concesiones que los ciudadanos están dispuestos a realizar (desde el punto de vista de la privacidad) por obtener un mejor servicio. El problema se encuentra en determinar cuál es el lugar donde debe situarse la línea roja que divide la privacidad de la intromisión.
No obstante, sería un error limitar o dificultar el desarrollo tecnológico por las limitaciones que implica la privacidad o, en su defecto, una mala adaptación legal al concepto real y auténtico de privacidad. El debate, lejos de avanzar hacia una solución concreta, se intensifica a medida que se profundiza más en la materia. Los defensores y detractores de ambas posturas no consiguen llegar a un acuerdo, esto es debido a que la legislación no acaba de adaptarse a las necesidades y peticiones de empresas y usuarios.
