La Banca del futuro, al parecer, será digital o, simplemente, no será. Eso es al menos lo que se infiere de ciertos estudios en consultoría que se vienen haciendo en los últimos meses y que aventuran una caída de hasta el 35% en los ingresos de la banca presencial tras la irrupción de la llamada banca online. Una banca que tiene detrás muchos años de auditoría y preparación antes de desembarcar en los servicios mundiales, pero que a la vez plantea bastantes dudas. Hay que pensar que, según un reciente estudio, el 70 % de los usuarios menores de 35 años estaría interesado en este tipo de servicios, y otros apuntan a que ya en 2016 los clientes irán apenas dos veces al año a la entidad física, realizando sus operaciones diarias por la Red.
Por ello, la transformación de los bancos es muy acelerada en este sentido, aunque solo en materia de pagos, la única que por ahora se está desarrollando en la banca online. En cuestión de protección de datos, la adaptación LOPD es un elemento esencial para este nuevo tipo de banca, que promete convertirse en poco tiempo en masiva.
No obstante la llegada de la banca online también arroja otros elementos positivos más evidentes. Reducción de costes y acercamiento a las nuevas generaciones de internautas a merced una imagen fresca y un lenguaje actual (todo fruto de una consultoría de marketing largamente preparada) son algunas de las ventajas; también la adaptación a la LSSICE y la normativa europea del sector, que es escrupulosamente respetada por estas entidades.
Quizás todo ello acarree una mejor eficiencia, que es el reto más importante de cara al futuro de la banca según algunos expertos, y una mayor transparencia. Lo que es seguro es que algo está cambiando, de forma muy rápida, en cuanto a la banca online.
